jueves, enero 26, 2006

Lenguaje simbólico: Bolivia


NO sé si Evo Morales habrá leído a Erich Fromm, pero las ceremonias civiles y religiosas habidas en Bolivia con motivo de su toma de posesión como nuevo presidente de aquel país andino me han dado la impresión de ser una brillante puesta en escena de las teorías del psicoanalista alemán: "Los sueños del hombre antiguo y los del moderno están escritos en el mismo idioma que los mitos cuyos autores vivieron en los albores de la historia."
Evo ha irrumpido en la política mundial cargado de sueños y de símbolos. Eso no es bueno ni malo sino todo lo contrario. Queda mucho tiempo para comprobar si sus sueños se hacen realidad o se convierten en pesadillas, como desgraciadamente suele suceder. Por ahora sólo tenemos su vistosa y paradójica simbología étnico-revolucionaria.
Un día antes del juramento, nuestro hombre fue nombrado Gran Cóndor, que es como se denomina allí a la máxima autoridad indígena. Lo habrán visto en los noticiarios televisivos: Evo en las ruinas del templo de Tiahuanaco tocado con un gorro de cuatro picos y ataviado con una túnica roja que previamente había sido bendecida con un sahumerio hecho a base de alcohol y hojas de coca. Tras invocar a la Pachamama y encomendarse al dios Sol, le entregaban un báculo de basalto volcánico tallado con dos cabezas de cóndor hembra. Un día después, en la sede del Parlamento, veíamos a Evo con el puño izquierdo en alto y la mano derecha en el corazón jurando el cargo para el que ha sido votado democráticamente. Delante tenía una Biblia y un crucifijo. En su discurso posterior no se encomendó a la Madre Tierra sino al mismísimo Che Guevara.
¿Qué significa todo esto? No lo sé; mi dominio del lenguaje simbólico, que según Fromm "es el único idioma extranjero que todos deberíamos estudiar", es bastante deficiente. Todavía estoy procesando ese cúmulo de datos e imágenes contradictorias. Al pensar en esto, en mi cabeza se entremezclan Marx, las pirámides precolombinas, la momia de Lenin, las minas de oro de Potosí, la revolución cultural de Mao, el conquistador Diego de Almagro y el presidente de Repsol haciendo cuentas de lo que le puede costar la broma.
Si partimos de que hablamos de un hombre que se ha hecho mundialmente famoso con un jersey de diez dólares -¡todo un símbolo!-, habrá que darle el beneficio de la duda, aunque a mí me quede la duda razonable de que para avanzar hacia socialismo haya que retroceder al año mil antes de Cristo. Tiene todos los poderes, los terrenales y los celestiales, ya que es Presidente y Sumo Sacerdote.
En su discurso de toma de posesión indicó que quiere acabar con 500 años de colonialismo. Habría que recordar que años antes de que llegaran los españoles (en tercera persona: yo no fui) los aymaras ya habían sido conquistados y colonizados por otros amerindios, los incas. Una cosa está clara: peor que lo han hecho los gobiernos de derechas que han sufrido los bolivianos no creo que sea posible hacerlo, aunque también es verdad que si Evo toma como ejemplo a Fidel Castro para sacar de la miseria a su pueblo lo tiene bastante crudo.

José Ignacio Lapido
“Granada Hoy”, 26 de enero de 2006

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