viernes, abril 21, 2006

En 2005 se realizaron 2.148 ejecuciones "legales"

Amnistía denuncia que hay más de 20.000 personas en todo el mundo condenadas a la pena de muerte

El 94% de las ejecuciones se llevaron a cabo en Arabia Saudí, China, Estados Unidos e Irán

ELMUNDO. ES. MADRID.-

Más de 20.000 personas en todo el mundo están condenadas a muerte. Así lo revela Amnistía Internacional (AI) en su último análisis sobre el uso de la pena de muerte. Según la ONG, al menos 2.148 personas fueron ejecutadas durante 2005 en 22 países -el 94% en Arabia Saudí, China, Estados Unidos e Irán-. El año pasado también se condenó a muerte a 5.186 personas en 53 países.
La organización advierte que estas cifras son aproximadas debido al secretismo que rodea a la pena de muerte. Muchos gobiernos, como el de China, se niegan a publicar estadísticas oficiales completas sobre las ejecuciones, mientras que el de Vietnam ha llegado a declarar "secreto de Estado" las estadísticas e informaciones sobre la pena capital.
"Las cifras sobre la pena de muerte resultan realmente inquietantes: 20.000 personas están contando los días que faltan para que el Estado les quite la vida. La pena de muerte constituye la negación máxima e irreversible de los derechos humanos, pues vulnera la esencia de los valores humanos. Se suele aplicar de forma discriminatoria, después de juicios injustos o por motivos políticos. Puede ser un error irreversible cuando es consecuencia de un error judicial", ha señaló Irene Khan, secretaria general de AI.
"La pena de muerte no constituye un freno especial contra la delincuencia. En lugar de confiar en el control ilusorio que proporciona la pena de muerte, los gobiernos deben centrarse en la elaboración de medidas efectivas contra la delincuencia", ha agregado Khan.
Uso extremo de la pena de muerte
A pesar de las espeluznantes cifras sobre la pena de muerte, AI séñala que sigue intensificándose la tendencia en favor de la abolición: el número de países que llevan a cabo ejecuciones se ha reducido en un 50% durante los últimos 20 años y ha disminuido por cuarto año consecutivo. México y Liberia son los dos ejemplos más recientes de abolición de esta práctica.
Para Irene Khan, "cuando el mundo se aparta cada vez más del uso de la pena de muerte, constituye una anomalía flagrante que Arabia Saudí, China, Estados Unidos e Irán destaquen, por el uso extremo que hacen de esta forma de castigo, como los mayores 'verdugos' del mundo".
§ China
En el país que realiza casi el 80% de todas las ejecuciones, una persona puede ser condenada y ejecutada hasta por 68 delitos, incluidos el fraude fiscal, la malversación de fondos y delitos de drogas. Amnistía ha recibido informes sobre ejecuciones a bordo de "furgonetas móviles de ejecución" con la asistencia de personal médico, encargado de extraer los órganos de los cadáveres de los muertos con la mayor rapidez.
§ Arabia Saudí
En este país se ha sacado a personas de sus celdas y se las ha ejecutado sin que supieran que se les había impuesto la pena capital. Otras han sido juzgadas y condenadas a muerte en una lengua que no hablaban ni leían.
§ Estados Unidos
Dos condenados a muerte quedaron en libertad en 2005 después de que aparecieran pruebas de su inocencia.
§ Irán
Ha sido el único país donde, según AI, se ha ejecutado a al menos a ocho personas en 2005 por delitos que habían cometido cuando eran menores, incluidas dos que tenían menos de 18 años en el momento de la ejecución.
En muchos países, hay procedimientos inhumanos que agravan la crueldad que comporta el hecho de estar condenado a muerte. En Bielorrusia y Uzbekistán, por ejemplo, no se comunica por adelantado a los condenados a muerte ni a sus familiares la fecha de la ejecución, impidiéndoles así despedirse. No se entrega a los familiares el cadáver del preso para que lo entierren ni se les informa sobre el lugar del enterramiento.
En el informe, Amnistía pone de relieve también la consecuencias funestas de los juicios injustos, comon ha ocurrido en japón, donde se ha condenado a muerte a varias personas después de maltratarlas y arrancarles "confesiones" forzadas por delitos que no habían cometido.
En Uzbekistán, las ejecuciones suelen tener lugar después de denuncias creíbles sobre juicios injustos, torturas y malos tratos, realizados a menudo con el fin de obtener "confesiones", según la ONG.

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