jueves, diciembre 20, 2007

LA TRAGEDIA OLVIDADA DE NAHAR AL BARED

FUE ASEDIADO Y ARRASADO POR EL EJÉRCITO LIBANÉS
877 familias palestinas han vuelto a vivir en Nahar al Bared, un campo arrasado. Más del 70% de las viviendas del campo han sido destruidas o están inhabitables. Algunas ONG denuncian ataques e incendios a viviendas tras el fin de los combates. El Ejército libanés culpa a 'las huestes de Fatah al Islam'

Actualizado jueves 20/12/2007 EL MUNDO - Javier Espinosa

NAHAR AL BARED.- La avenida principal de Nahar al Bared, aquella que solía mostrarse abarrotada con los comerciantes del entorno que acudían al conocido mercado local, no es hoy sino una ruta fantasmagórica repleta de barro. A ambos lados se suceden los edificios abandonados y devastados por la metralla. La destrucción es abrumadora. Emula entornos tan atribulados como Grozni o Mogadiscio. La imagen recuerda más a una villa sacudida por un poderoso terremoto que al quebranto resultante de una guerra. Resulta casi imposible encontrar una residencia intacta. Muchos edificios simplemente han desaparecido, convertidos en pilas de escombros.
Los escasos palestinos que han regresado al lugar se calientan con hogueras azuzadas por astillas, mientras sus hijos chapotean en el barrizal. Las 'sillas' que utilizan son maderos colocados sobre ladrillos. "Reconstruiremos Nahar al Bared y volveremos a Palestina", se lee en un mural pintado junto a los dos container de metal que ofician como centro de asistencia de UNICEF.
Pero Qassem Mohamed Wakid alberga serias dudas sobre el futuro del campo de refugiados. "¿Usted cree que lo reconstruirán? Llevamos aquí meses y no han hecho nada", indica.
Wakid apura el plato de lentejas con arroz que le acaba de suministrar la organización de ayuda establecida por Hamas. El pescador de 62 años y otros 11 miembros de su familia forman parte de las 877 familias palestinas que han vuelto a vivir en Nahar al Bared. "Es muy duro. Por las noches nos apretamos unos con otros para soportar el frío. Dormimos en el suelo sobre colchones. Al principio era peor porque los muros estaban llenos de boquetes y no había ventanas", explica Wakid.

A más de tres meses de la conclusión de la batalla que libró el Ejército libanés contra los radicales de Fatah al Islam, Nahar al Bared, se ha convertido en una tragedia olvidada pese a la magnitud de la desolación que sufrió el enclave sito al norte del Líbano.
Los palestinos recibieron permiso para regresar al campo de refugiados el 10 de octubre pero sólo al llamado campo 'nuevo'. El 'viejo' continúa cercado por alambradas y controles del ejército. En realidad el recinto antiguo ha dejado de existir. Ahora es sólo una montaña interminable de cascotes.
La propia responsable de la Agencia de Naciones Unidas para la Ayuda a los Refugiados Palestinos (Unrwa), Karem Abu Zayd, admitió el 13 de noviembre no "haber visto nada semejante en décadas de servicios en la ONU". Las estadísticas que baraja la misma organización son más que explícitas: más de un 70% de las viviendas de Nahar al Bared han sido destruidas o han quedado inhabitables.
Abu Zayd no quiso mostrarse optimista y dijo desconocer cuando podrían iniciarse las obras de reconstrucción ante los impedimentos que todavía ponen el ejército local. Incluso si se iniciaran ahora –añadió- y se consiguieran recaudar los casi 400 millones de dólares que se estima costará rehabilitar el poblado, nunca estaría listo antes de "dos años o quizás más".

En medio de tamaña catástrofe, los residentes de Nahar al Bared que se han atrevido a retornar –la mayoría de los casi 40.000 habitantes del 'villorrio' siguen hacinados en escuelas y casas del cercano campo de Baddaui- se enfrentan a un entorno más propio de África que de esta región.
"Se supone que esta es la única clínica de Nahar al Bared", afirma el doctor Taufic Assad mientras muestra las precarias instalaciones con las que debe lidiar. La 'clínica' en realidad son dos habitaciones divididas con paneles de madera donde la única 'cama' es una mesa con una camilla encima. El resto del 'mobiliario' son dos mesitas de plástico y un par de cajoneras. "No hay agua, ni electricidad y la comida es el arroz que nos dan las ONG's. La gente se guarece en casas sin puertas, ni muros o ventanas. Estamos viviendo como animales. Lo único que nos mantiene vivos es que estamos acostumbrados a las catástrofes", observa el facultativo con resignación.
Las condiciones en las que están sobreviviendo los palestinos de Nahar al Bared son tan patéticas como sorprendente es su instinto por aferrarse a sus escasas posesiones, aunque ahora sean puro despojo.

Todas las residencias que han sido ocupadas asisten a una labor febril en la que sus propietarios intentan cerrar boquetes, colocar puertas y ventanas, o simplemente desembarazarse de la escoria. Acostumbrados al reciclaje, los palestinos recuperan cuanto metal pueden arrancar de las ruinas para usarlo en la rehabilitación de sus viviendas.
El sufrimiento de los palestinos se entremezcla con el encono que destilan hacia el Ejército libanés, al que acusan de haber saqueado e incendiado las pocas moradas que no fueron arrasadas por la contienda.
Amnistía Internacional se hico eco de estas denuncias en una carta que dirigió al primer ministro Fuad Siniora el 31 de octubre. En la misiva exigía una investigación sobre lo acaecido entre el 2 de septiembre –día en la que concluyeron los combates- y el retorno de los refugiados, un periodo en el que sólo los uniformados tuvieron acceso a Nahar el Bared. El texto señalaba la existencia de incendios provocados, robos y hasta casos de "defecaciones depositadas en camas aparentemente como ofensa a los residentes".
Las huellas de tamaños excesos siguen siendo visibles en Nahar al Bared. Son muchos los casos en los que se encuentran coches calcinados en un garaje que no presenta signos ni de metralla ni de disparos. En otros domicilios se pueden apercibir pintadas insultando a los palestinos. "Mire, se cagaron en el dormitorio, en la bañera y hasta dentro del frigorífico", afirma Hamed Allouch exhibiendo las manchas que dice eran restos de excrementos que él mismo tuvo que sacar de la vivienda.
"Durante días la gente vio camiones sacando televisores, frigoríficos y toda clase de enseres del campo. Los vendían después en los mercados de Trípoli", señala Taufic Assad. Samir Lubani dispone incluso de una grabación que realizó con su teléfono móvil que muestra como su casa ardió el 11 de octubre, más de un mes después de que concluyeran los combates en Nahar al Bared. La residencia tampoco muestra signos de metralla o de disparos, sólo aparece ennegrecida por dentro.

"¿Ve las imágenes?, ¡no hay restos de muebles, ni de los dos televisores (que tenía)!. Primero robaron todo y después le prendieron fuego", dice Lubani. "Tenía amigos en la Unrwa que vieron mi casa en septiembre y me dijeron que estaba bien, que no la habían bombardeado. Ha sido una destrucción masiva. Pura venganza", añade.
El representante de las autoridades libanesas en Nahar al Bared, Khalil Makkawi, niega que los soldados fueran los responsables del pillaje que achaca a las huestes de Fatah al Islam. "Nuestro ejército no es una milicia, sigue las normas", apunta.

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