viernes, noviembre 28, 2008

Juan Marsé gana el Premio Cervantes


El autor de 'Últimas tardes con Teresa' o 'La oscura historia de la prima Montse' logra el galardón "por su capacidad para reflejar la España de la posguerra"

Madrid. (EFE).- Tras muchos años en los que su nombre siempre quedaba como finalista, el escritor Juan Marsé ha ganado el Premio Cervantes 2008, el más importante de las letras hispanas, "por su decidida vocación por la escritura y por su capacidad para reflejar la España de la posguerra".

Ésas son algunas de las razones que ha manifestado el presidente del jurado, José Manuel Blecua, en la rueda de prensa en la que el ministro de Cultura, César Antonio Molina, ha hecho público el fallo del premio, que en esta edición está dotado con 125.000 euros, 35.000 más que en años anteriores. Molina ha dicho que había intentado ponerse en contacto con el ganador, pero tuvo que darle la noticia a su mujer porque Marsé se había ido al médico.Como Marsé ha sido candidato tantos años, el ministro ha dejado claro que el Cervantes no se le ha concedido "para saldar ninguna deuda". Este premio se le da "para agradecer la labor continuada de años" y para reconocer una gran obra literaria, que a los de mi generación nos ha acompañado durante años", ha añadido.Juan Gelman, miembro del jurado, ha señalado con su habitual ironía que el Cervantes no saldará ninguna deuda, "pero sí le permite saldarlas al escritor que lo gana". Marsé, ha proseguido el poeta argentino, "es un gran escritor que ha marcado a varias generaciones".La edición del Cervantes es también la primera que se celebra tras haber cambiado el año pasado el Ministerio los criterios de composición de su jurado, para dar más presencia al mundo de las letras y de la cultura en general y menos a las instituciones dependientes del Gobierno. La candidatura de Marsé fue propuesta por varias instituciones, entre ellas por la Real Academia Española.El jurado ha estado formado también Antonio Gamoneda, ganador del premio en 2006, Manuel Longares, Ignacio Amestoy y Ángel Gabilondo. Uno de los más jóvenes de la Generación de los 50Juan Marsé nació en Barcelona en 1933 y es uno de los miembros más jóvenes de la Generación de los 50, un "estigma" ese de ser escritor del realismo, como él mismo dice, que ha sobrellevado con la exigencia que le dicta un apasionado y visceral sentido de la ética.Un compañero de generación, José Manuel Caballero Bonald -que también optaba al Cervantes- asegura que nadie como él ha sabido auscultar la Barcelona de posguerra ni reflejar la marginación y pobreza de entonces y que es el que, de entre todos ellos, tiene una más saludable capacidad indagatoria.A pesar de que quizá sea uno de los escritores españoles de los que más novelas se han llevado al cine -desde "El embrujo de Shangai" a "Últimas tardes con Teresa"- y que ha hecho los guiones de varias de ellas, en los últimos tiempos ha renegado tanto del Séptimo Arte que está inmerso en un libro que es un "pequeño ajuste de cuentas" con los guionistas y directores.El escritor nació el 8 de enero de 1933 en Barcelona como Joan Faneca Roca, cambiado a Marsé Carbo por su familia adoptiva. Mal estudiante, pasaba casi todo el tiempo jugando en las calles de su barrio, más tarde escenario de prácticamente todas sus novelas, caracterizadas por un estilo dominado por la pasión más que por lo cerebral.Con solo 13 años tuvo que comenzar a trabajar, como aprendiz de joyero, porque encarcelaron a su padre por "rojo". Gracias a su amiga Paulina Crusat logró publicar sus primeros relatos en la revista "Ínsula" y en "El Ciervo" (1958) a la vez que seguía trabajando en el taller de joyería por las mañanas y por las tardes escribía para la revista de cine "Art-Cinema".Uno de sus relatos, "Nada para morir", gana en 1959 el Premio Sésamo y al año siguiente termina su primera novela, "Encerrados con un solo juguete". La presenta al Premio Biblioteca Breve de Seix Barral, en el que queda finalista aunque le abre la puerta a convertirse en uno de los autores insignia de esa editorial.Conoce a José Agustín Goytisolo, Jaime Gil de Biedma y a Carlos Barral, al que le hacía gracia un autor "proletario", según Marsé, y siguiendo su consejo se va a París donde ejerce como "garçon de laboratoire" en el Institut Pasteur y conoce al Nobel Jacques Monod, de ideología comunista.El escritor decide afiliarse al PC, "porque era el único que hacía algo contra Franco" pero cuatro años después, ya en España, decide "separarse" por una cuestión de "intransigencia".Publica su segunda novela "Esta cara de la luna" (1962), repudiada por su autor y descolgada del catálogo de sus obras completas, y en 1965 "Últimas tardes con Teresa" (1965) -llevada al cine por Gonzalo Herralde en 1983- que le vale el Premio Biblioteca Breve en 1965.Abandona la joyería y "Art-Cinema" y se casa un año más tarde con Joaquina Hoyas, con quien tiene dos hijos, Alejandro y Berta.En 1970 edita, sin excesivo éxito, "La oscura historia de la prima Montse" y comienza un relato en el que se propone rescatar su infancia, "Si te dicen que caí" (1973), que se convertirá en su otra gran obra de madurez.Censurada por el régimen franquista, Marsé se ve obligado a publicarla en México, donde recibirá el Premio Internacional de Novela. Tres años después se editará en España y, en 1989, Vicente Aranda la adaptará al cine, al igual que "La muchacha de las bragas de oro", Premio Planeta 1978 y llevada a la pantalla al año siguiente.Retoma su visión de la Barcelona de posguerra en "Un día volveré" (1982) y en "Ronda del Guinardó", publicada en 1984, el mismo año en el que sufre un infarto.En 1987 publica una colección de relatos, "Teniente Bravo", y en 1990 "El amante bilingüe" -también llevada por Aranda al cine (1992)-, por la que logra el premio Ateneo de Sevilla.En 1994, "El embrujo de Shanghai" -película en 2002 dirigida por Fernando Trueba- le reporta el Premio de la Crítica y el Aristeión de la UE, y tres años más tarde recibe el premio Juan Rulfo de Literatura Latinoamericana y del Caribe.Tras "La fuga del río Lobo" (1996) y "Dietario de posguerra" (1998), Marsé publica, en 2000, "Rabos de lagartija", por el que recibe el Premio de la Crítica y el Premio Nacional de Narrativa.En 2005 publica la novela "Canciones de amor en Lolitàs Club", el mismo año en el que renuncia, con gran repercusión mediática, a seguir formando parte del Premio Planeta por "la baja calidad" de los originales enviados.

jueves, noviembre 27, 2008

¿Pensar? ¿Estudiar?

Arcadi Espada (Barcelona, 1957)
Columnista de El Mundo y profesor de Periodismo en la Universidad Pompeu Fabra. El tema de este blog es su oficio y, más concretamente, el periódico donde escribe.


"Aún no ha llegado el momento de escribir sobre el artículo que se publicó el lunes en la contraportada de la competencia. Lo que hay escribir, y que se escribirá, rebasa ese artículo y la propia competencia. En efecto, premio para el caballero: lo que hay que escribir trata de mí.
Dado que el momento no ha llegado, ni pensaba mencionarlo. Ya lo han hecho, y bien, Santiago González, Antonio Muñoz Molina y Hermann Tertsch. Pero es que aún no había recibido esta carta, modélica, de Íñigo Valverde. Es una carta que se llama «Estudiar, nunca, ¿para qué?» y que dice:

Querido Arcadi: No sé si habrá leído usted el sorprendente (¿o no?) artículo de Almudena Grandes en El País de ayer que ha hecho reaccionar a Antonio Muñoz Molina y a Herman Tertsch, con cierta justicia, a mi entender. No voy a opinar sobre la apología de la violación que pueda leerse en el texto de la señora Grandes, ya lo han hecho ellos. Yo matizaría algo, pero no es eso lo que me inspira ahora. Grandes cita un artículo del mismo periódico (socialdemócrata) en el que atribuían a la Madre Maravillas la frase o conseja "Déjate mandar. Déjate sujetar y despreciar. Y serás perfecta", y la usa para apoyar con un extraño sentido de la ecuanimidad su argumentación a favor del juez Garzón con un chiste a propósito del goce que hubiera podido producirle a la monja un encuentro con "una patrulla de milicianos jóvenes, armados y -¡mmm!- sudorosos"... Y sigue diciendo "En 1974, al morir en su cama, recordaría con placer inefable aquel intenso desprecio, fuente de la suprema perfección. Que la desbeatifiquen, por favor." Tampoco voy a ponerme a esperar que la Ministra Aido salga a escandalizarse por tan machista "broma". Sin dejar de ser consciente de que una columna, o incluso un reportaje de varias páginas, no da para muchas precisiones (aunque si permitan aportar granitos de arena a estrategias manipuladoras) me voy a conformar con señalar un vicio periodístico: La frase atribuida a la Madre Maravillas, en realidad, es de San Juan de la Cruz. No es difícil de encontrar: está en el versículo 32 de los Avisos Espirituales... La señora Grandes, el reportero de El País y tantos chistosos que comentan sobre "sadomasoquismo" no parecen haberse enterado. En todo caso, nadie ha acusado al poeta de apologista de la violencia de género. Por lo demás, el femenino de la frase ("32. Déjate enseñar, déjate mandar, déjate sujetar y despreciar y serás perfecta.") se refiere al alma, a la que el poeta se dirige en arrebato místico, como habría dicho D. Francisco, mi profesor de Literatura en el colegio. Pero ya se sabe, en nuestra terrible Iberia, la gente primero opina y después dispara. Estudiar, nunca, ¿para qué...?»
Un cordial saludo,
Iñigo Valverde
Luxemburgo


Por lo demás yo no habría podido ni soñar extensión más adecuada para mi columna de hoy.
Buenos días"