
ACNUR ha advertido repetidamente que los grupos indígenas en Colombia están cada vez más expuestos a la violencia e incluso en riesgo de desaparecer, como resultado del conflicto actual. Los grupos indígenas están siendo forzados a huir de sus tierras ancestrales hacia países limítrofes buscando seguridad.
En los últimos meses, miles de personas indígenas han salido de sus tierras huyendo de la violencia. En el último episodio, más de 1.700 Awá han salido de sus reservas en el departamento de Nariño, al sur, cerca de la frontera con Ecuador, para escapar de los combates entre un grupo armado irregular y las fuerzas armadas de Colombia. Hasta la fecha, no han podido regresar a sus casas.
En Abril, más de 1.500 Wounaanos huyeron de sus tierras ancestrales en el departamento de Chocó, tras el asesinato de dos de sus líderes por parte de un grupo armado irregular. Se refugiaron en la pequeña ciudad de Istmina, donde murieron muchos de los niños. La mayoría han regresado a sus comunidades, aunque todavía no están completamente a salvo.
Existe una preocupación cada vez mayor en Chocó en relación a las comunidades Embera que están atrapadas en el medio de los enfrentamientos entre los grupos armados irregulares cerca de la frontera de Panamá. Las comunidades Bari, cerca de la frontera con Venezuela también han decidido quedarse en sus territorios, donde hay una fuerte presencia de grupos armados irregulares y están expuestos a la violencia.
La cultura indígena está estrechamente vinculada a la tierra, a menudo por la creencia de que tanto los espíritus de sus antepasados como los seres mágicos, habitan en la tierra y en el agua de sus reservas. El desplazamiento forzoso lleva a la pérdida de la tradición, la cultura, y la lengua – y muchas veces a la desintegración de la identidad del grupo.
Uno de los casos más trágicos es el de los Nukak. Hasta 1988, el mundo exterior ignoraba que existían los Nukak—un grupo indígena nómada que vivía de la caza y recolección en la vasta selva tropical que se extiende por todo el departamento de Guaviare. Desde entonces, los grupos armados irregulares forzaron a más de la mitad los miembros de este grupo –que se estima en unos 500- a huir de su tierra ancestral. El incidente más reciente tuvo lugar en Abril de este año, con la llegada a la capital del departamento de 77 Nukaks desplazados forzosamente.
Los pueblos indígenas colombianos se ven cada vez más forzados a cruzar las fronteras del país. Unos 50 indígenas del grupo Wounaan huyeron hacia Panamá a comienzos de año, tras recibir amenazas de un grupo armado irregular. Pequeños grupos de indígenas Wayu están llegando a Venezuela. Unos 300 indígenas Quechua pidieron asilo en Ecuador en noviembre del año pasado tras la entrada de un grupo armado irregular en la reserva indígena colombiana de San Marcelino, que secuestró a seis muchachas jóvenes y amenazó a la población.
El millón de personas indígenas que tiene Colombia suponen menos del 3% de la población del país, comparado con el 25% en Ecuador, país limítrofe. Según la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), 23.000 personas indígenas fueron desplazadas forzosamente el año pasado. También han sido víctimas de asesinatos selectivos, amenazas y reclutamientos forzosos. Prácticamente todos los grupos indígenas del país (más de 80) están en peligro.
ACNUR trabaja para proteger los derechos de más de 2,5 millones de personas desplazadas y de refugiados colombianos en países limítrofes. En Colombia, la Agencia está trabajando para fortalecer las organizaciones indígenas, como ONIC, para que puedan defender por sí mismos los derechos de su gente. Entre nuestros proyectos con las comunidades indígenas está el ayudar a estas personas a obtener documentos de identidad oficial, proporcionarles formación en derechos humanos y actividades de capacitación, trabajando con mujeres indígenas y apoyando al Estado tanto en las respuestas a esta crisis ante situaciones de emergencia, como en las de largo plazo.
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