domingo, septiembre 17, 2006

Angustia y verguenza en Senegal

Cuatro aviones han llegado ya a Senegal con unos 250 senegaleses que habían intentado entrar en las Islas Canarias de manera ilegal, provocando una mezcla de reacciones en este país del oeste de África que van desde la congoja de los familiares a la desesperanza de sus compatriotas.


Unos 25.000 africanos exhaustos, alrededor de la mitad procedentes de Senegal, han llegado este año en cayucos a las Canarias, con sus pieles deshidratadas por la sal y el sol después de cruzar el peligroso mar durante más de una semana.
Tres vuelos devolvieron el viernes a unos 200 de ellos, escoltados por agentes de la policía española, a la ciudad de Saint-Louis, en el norte del país, sumándose a los alrededor de 50 que regresaron el jueves por la noche, cuando se reanudó el polémico programa.
Con sus pertenencias en una bolsa, los aturdidos jóvenes recibieron un bocadillo y unos 10.000 francos CFA (unos 19,04 dólares) de las autoridades locales, un pequeño consuelo para aquellos en cuyas familias han invertido todo su dinero para el soñado pasaje a la "fortaleza Europa".
"La gente está preocupada. Todos piensan lo mismo: temes tener a un familiar en uno de los aviones", declaró a Reuters Masamba Lo, que tiene dos hermanos y dos primos en España.
"Las familias reúnen todo lo que tienen con la esperanza de que su familiar enviará dinero cuando esté allí, que cuidará de ellos. Es una inversión", explicó Lo, que vive en el barrio de Thiaroye, en la capital, Dakar, de donde han salido cientos de emigrantes.
Obtener una plaza en un cayuco cuesta hasta 500.000 francos CFA (unos 970 dólares), una fortuna en un país en el que más de dos tercios de sus habitantes viven con menos de dos dólares al día.
Por eso, los que se van se llevan una pesada carga de expectativas. Para muchos, las playas de Tenerife llenas de hoteles y de turistas de toda Europa son como El Dorado, pero el sueño se vuelve en pesadilla si vuelven a casa.
"Imagina regresar a Senegal. Es una catástrofe psicológica. Han arriesgado sus vidas, gastado su dinero, están avergonzados, reducidos a la nada", aseguró Massaer Niang, un estudiante que pasó ocho meses y gastó 3.000 euros de su padre fallecido en intentar llegar en vano a España.
CONSECUENCIAS POLÍTICAS
Muchos senegaleses critican al gobierno del presidente Abdoulaye Wade por aceptar las repatriaciones, acusándole de hacerlo a cambio de los 20 millones de euros dados por España para un programa que pretende emplear a los jóvenes repatriados en la agricultura.
"Los que se quieren ir no son problemáticos, están intentando lograr un trabajo (...) este dinero que España nos tira no va a resolver el problema", dijo Madior Diouf, un dirigente de la oposición, en el diario Le Populaire.
"El Gobierno no debería aceptar esta represión", añadió.
Unos jóvenes devueltos desde España hace unos meses protagonizaron incidentes violentos, bloqueando una carretera en el exterior de Dakar con neumáticos en llamas. Las repatriaciones concluyeron después de que Senegal retirase su acuerdo, diciendo que sus compatriotas estaban siendo maltratados.
Esta vez el Gobierno parece ir con más cuidado. El acceso de los medios a los repatriados se ha limitado y han llegado al lejano y vigilado aeropuerto de Saint-Louis en lugar de al de la capital, pero sigue decidido.
"El lugar de los senegaleses es, primero, Senegal (...) el presidente siempre ha dicho que está en contra de la emigración clandestina", aseguró el ministro del Interior, Ousmane Ngom.

/Por Nick Tattersall /

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