
06/09/2006 - 21.25 horas
El presidente Bush han reconocido la existencia de cárceles secretas de la CIA fuera de Estados Unidos y ha anunciado que catorce sospechosos de haber participado en las acciones terroristas contra su país serán trasladados a la base de Guantánamo, en la isla de Cuba, para ser llevados con garantías a los tribunales. La grandeza de la democracia americana es que ni el presidente puede hacer lo que le venga en gana aunque se esté en tiempos de guerra. Bush pretendía juzgar a los detenidos en tribunales militares como los que se organizaron al terminar la Segunda Guerra Mundial. Pero el Tribunal Supremo se pronunció en septiembre advirtiendo que esos juicios violarían las leyes internacionales y la norteamericana. El discurso fue pronunciado en la Casa Blanca en presencia de los parientes de las víctimas de los atentados de septiembre de 2001. El presidente Bush está acorralado al igual que el primer ministro Tony Blair. No tanto por haber desencadenado una guerra sin causas verificadas sino por haber entendido que un ataque a Iraq formaba parte de la guerra contra el terrorismo. La exportación de la democracia a Oriente Medio es una causa que podemos suscribir mucho. Pero no de esa manera, por la fuerza, sin tener en cuenta las consecuencias de decisiones poco meditadas. No se pensó en una estrategia para gobernar Iraq después de la invasión ni se pensó en la peor de las hipótesis. Y lo peor ha llegado. Iraq se ha convertido en el pretexto para fortalecer el terrorismo islámico, se está librando una guerra étnica y el terrorismo internacional contra Occidente está más activo que hace cuatro años. Las elecciones legislativas son en noviembre y muchos senadores y representantes están en contra de la guerra porque quieren preservar sus escaños. La popularidad de Bush se encuentra bajo mínimos y unos 140.000 soldados se encuentran en Iraq sin poder hacer otra cosa que defenderse. Las alarmas de detenciones de terroristas sospechosos en Londres hace unas semanas no se han sustanciado en acusaciones concretas. Invocar la amenaza del terror, no lo elimina sino que traslada a las mentes de muchos una inseguridad que antes no tenían. El Pentágono se ha visto obligado a redactar un manual sobre cómo hay que tratar a los prisioneros de Guantánamo y cómo se les debe interrogar. Los campos de detención secretos de la CIA en lugares no revelados, no es una preocupación de los gobiernos europeos ni tampoco una confabulación periodística. El mismo presidente lo ha admitido. Guantánamo empezó a ser utilizado como centro de detención de sospechosos de terrorismo en enero de 2002. Unos 450 detenidos llevan en la base desde hace años. Las imágenes filtradas sobre malos tratos y abusos a prisioneros han levantado la condena internacional, incluso de los países aliados. La guerra contra el terror era necesaria. Pero no con la fuerza y el desprecio a las convenciones internaciones que se ha llevado a cabo. El patriotismo es un sentimiento asegurado cuando empieza una guerra. Pero, ahora y siempre, la derrota militar, moral o política suele pasar factura a quienes la desataron.
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